Como pordrán ver, amables lectores, hay unos cuantos errorcillos en el poema de Nazoa, Buenos días al Ávila, sin embargo, como dice un muy viejo poemario que era de mi abuelo (del año '67) "son fácilmente subsanables por el lector y el texto no sufre modificación sustancial", sólo uno importante: en un primer "mas", en las primeras líneas, debería decir "mar". De resto, creo que por lógica se sabe qué dice el texto realmente.
Gracias y disculpen
miércoles, 14 de enero de 2009
domingo, 11 de enero de 2009
Buenos días al Ávila
de Aquíles Nazoa
Buen día,señor Ávila
¿Leyó la prensa ya?
¡Oh no!...No se moleste:
siga usted viendo el mas,
es decir, cintinúe
leyendo en paz
en vez de los periódicos
el libro de Simbad.
¿Se extraña de la imagen?
Es muy profesional
¿O es que es obligatorio
llamarlo a usted Sultán
y siempre de Odalisca
tratar a la ciudad?
¡Por Dios, señor, ya Persia
no lee a Omar Khayyám,
y en vez de Syro es Marden
quien manda en el Irán!
Cambiemos, pues, el tropo
por algo más actual:
digamos, por ejemplo,
que usted, pese a su edad
y pese a que en un ojo
tiene una nube (o más),
es un lector celeste
y espléndido, ante el cual
como un gran diario abierto
se tiende la ciudad.
¿Se fija usted? La imagen
no está del todo mal...
¿Qué le ha gustado? ¡Gracias!
Volvamos a empezar.
Buen día, señor Ávila,
¿Leyó la prensa ya?
¿Se enteró de que pronto
con un tren de jugar
su solapa de flores
le condecorarán?
¡Oh no! ¡No, no! No llore,
¿Por qué tomarlo a mal?
Será, se lo aseguro,
un tren de navidad
con el que usted, si quiere,
podrá también jugar.
Serán, sencillamente,
seis cuental de collar
trapándose en su barba
de viejo capitán.
Tendrá el domingo entonces
un aire de bazar
con sus colgantes cajas
de música van
de la ciudad al cielo,
del cielo a la ciudad.
¡Adiós, adiós! los niños
le dirán al pasar
y el niño sube-y-baja
tal vez le cantarán:
usted dormido abajo
refunfuñando: -Bah...!
y arriba los viajeros cantando el pío-pá-
Pero ¿por qué solloza
si nada ocurrirá?
¿Le asusta que las Kódaks
aprendan a volar?
¿O díagame, es que teme,
¡mi pobre capitán!
que novios y turistas
se puedan propasar
y como a un conde ruso
lo tomen de barmán?
¿Es eso lo que teme?
¡Pues no faltaba más...!
¡Usted de cantinero...!
¡Qué cómico será!
¡Usted, que más que conde
fue en tiempos un Sultán
con una nube al brazo
diciendo: -Oui, madame,
en tanto que la triste
luna de Galipán
le sirve de bandeja
para ofrecer champán...!
Buen día, señor Ávila,
me voy a retirar.
Saludos a San Pedro
y a los hermanos Wright.
(El Ávila lloraba,
llovía en la ciudad).
Buen día,señor Ávila
¿Leyó la prensa ya?
¡Oh no!...No se moleste:
siga usted viendo el mas,
es decir, cintinúe
leyendo en paz
en vez de los periódicos
el libro de Simbad.
¿Se extraña de la imagen?
Es muy profesional
¿O es que es obligatorio
llamarlo a usted Sultán
y siempre de Odalisca
tratar a la ciudad?
¡Por Dios, señor, ya Persia
no lee a Omar Khayyám,
y en vez de Syro es Marden
quien manda en el Irán!
Cambiemos, pues, el tropo
por algo más actual:
digamos, por ejemplo,
que usted, pese a su edad
y pese a que en un ojo
tiene una nube (o más),
es un lector celeste
y espléndido, ante el cual
como un gran diario abierto
se tiende la ciudad.
¿Se fija usted? La imagen
no está del todo mal...
¿Qué le ha gustado? ¡Gracias!
Volvamos a empezar.
Buen día, señor Ávila,
¿Leyó la prensa ya?
¿Se enteró de que pronto
con un tren de jugar
su solapa de flores
le condecorarán?
¡Oh no! ¡No, no! No llore,
¿Por qué tomarlo a mal?
Será, se lo aseguro,
un tren de navidad
con el que usted, si quiere,
podrá también jugar.
Serán, sencillamente,
seis cuental de collar
trapándose en su barba
de viejo capitán.
Tendrá el domingo entonces
un aire de bazar
con sus colgantes cajas
de música van
de la ciudad al cielo,
del cielo a la ciudad.
¡Adiós, adiós! los niños
le dirán al pasar
y el niño sube-y-baja
tal vez le cantarán:
usted dormido abajo
refunfuñando: -Bah...!
y arriba los viajeros cantando el pío-pá-
Pero ¿por qué solloza
si nada ocurrirá?
¿Le asusta que las Kódaks
aprendan a volar?
¿O díagame, es que teme,
¡mi pobre capitán!
que novios y turistas
se puedan propasar
y como a un conde ruso
lo tomen de barmán?
¿Es eso lo que teme?
¡Pues no faltaba más...!
¡Usted de cantinero...!
¡Qué cómico será!
¡Usted, que más que conde
fue en tiempos un Sultán
con una nube al brazo
diciendo: -Oui, madame,
en tanto que la triste
luna de Galipán
le sirve de bandeja
para ofrecer champán...!
Buen día, señor Ávila,
me voy a retirar.
Saludos a San Pedro
y a los hermanos Wright.
(El Ávila lloraba,
llovía en la ciudad).
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